
A los chicos no les gusta estudiar y mucho menos leer, al pasar de la primaria a la secundaria, esta afirmación continua, esa “mala” relación entre ellos y los libros no les permite avanzar en su proceso de formación, entonces, ¿dónde queda el deber que la escuela tiene para con los chicos?, resulta un desafío formar seres críticos capaces de tomar una posición propia frente a los textos, ¿será posible superarlo?
Desde la didáctica de la lectura y la escritura y la didáctica de las ciencias sociales nada tiene que ver el gusto, porque la lectura y la escritura son vistas como prácticas sociales que están presentes en la vida y se ejercen con diversos propósitos, es decir, son una forma de relacionarse, se enseña cuando se lee y se escribe, cuando se discuten opiniones sobre el sentido del texto, cuando se abren espacios de reflexión, cuando se entretejen diferentes miradas sobre el texto, cuando se habilita la propia palabra para producir un texto [1], para lograrlo es necesario favorecer dentro del aula las condiciones didácticas que les permitan ejércelas.
En secundaria, donde los chicos se enfrentan a contenidos complejos, las situaciones propuestas, deben partir de la práctica social, con propósitos didácticos y comunicativos establecidos, los proyectos didácticos permiten participar en la cultura escrita, cuando estudian se ejercen quehaceres que les permiten: plantear interrogantes, establecer rutas de búsqueda, explorar y seleccionar materiales, adecuar el modo de lectura al texto y al propósito, tomar nota y compartir con otros los conocimientos adquiridos, en realidad el trabajo desplegado va más allá, de un gusto, se trata de una situación en la que ellos producen conocimientos como respuesta personal a una interrogante y no es una tarea sencilla, pues él asume la responsabilidad, el trabajo del docente consiste, pues en proponer dicha situación y mantenerla en función de sus intervenciones que son decisivas para desarrollar prácticas de lectura, ajustar la interpretación, orientar la relectura a fin de construir la propia interpretación [2].
Trabajos de investigación de Lerner, Aisenberg y Castedo, han demostrado que los chicos están en posibilidades aprender siempre y cuando dentro del aula existan las condiciones didácticas que favorezcan los quehaceres del lector y el escritor, no se trata de un gusto por la lectura, ni de solo extraer información del texto, implica un trabajo activo en el que el lector construye el significado del texto a partir de la intención con la que lee y lo que sabe, dentro de una situación que el docente propone.
Por: Cynthia Guadalupe Contreras Norato
Referencias
[1] Castedo, M. (2009). Héroes de la mitología griega. Dirección general de cultura y educación. https://1library.co/document/z3jl67my-practicas-lenguaje-proyecto-heroes-mitologia-griega-material-version.html
[2] Lerner, D. (1996). La enseñanza y el aprendizaje escolar. Alegato contra una falsa oposición. En J. A. Castorina., E. Ferreiro, E., M. Kohl de Oliveira y Lerner, D. (Eds), Piaget- Vigotsky: Contribuciones para replantear el debate (pp. 69-118). Paidós Educador.
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